Tribuna del Audiomante:
¿Bandas tributo o insulto?
Diatriba sobre homenajes y tributos en una escena emergente
La cosa con este artículo surge esta semana tras el anuncio del regreso de los legendarios Guns N’ Roses a Bogotá, para presentarse justamente en el Estadio el Campín donde hace ya 30 años ocurrió su recordada pero cortísima presentación.
No es necesario entrar en detalles porque desde esa oportunidad Julio Correal, uno de los empresarios responsables de aquel concierto y los amantes de la banda, nos han repetido esa historia hasta el cansancio. Advertí ligeramente que ojalá no comenzará de nuevo la retahíla al respecto, pero más se demoró el anuncio de la nueva presentación que las redes inundándose con los tuits y los artículos de los medios, y cómo no, que pusieran a don Julio a hablar sobre la sempiterna añoranza por un evento casi catastrófico. Puedo decir que los artículos al respecto sobran y que para profundizar algo más se puede leer la entrevista narrada por Andrés Duran en el libro Rockestra donde se compilan algunas entrevistas con grandes artistas anglo, como por ejemplo Slash, a quien nuestro conocido locutor alcanzó en Venezuela por esa época, en los mismos días en que Hugo Chavez intentó llegar al poder por primera vez con un golpe de Estado. La tensión es increíble, se puede uno imaginar el sonido de las balas, realmente el texto no tiene desperdicio alguno.
Pero el tema también me hizo reflexionar sobre la pregunta ¿Con el regreso de Guns a Bogotá en octubre, la gente ahorrará para la boleta y disminuirán las bandas insulto, digo tributo, o por el contrario aumentará la sobreoferta de estos shows los fines de semana?. Las respuestas de los pocos lectores de este medio que siguen mis redes, conocen algo de las actividades que Dark Room Network realiza, o simplemente aquellos quienes el algoritmo les presentó el post (aun cuando Facebook me castiga constantemente) son casi unánimes y sentencian, aumentarán los recitales de imitadores de Axl Rose con voz insoportable.
Sin embargo no falta quien se siente dolido en el órgano imaginario de las convicciones y se ofende por una publicación lanzada a ninguna parte, como si fuera un ataque directo, con nombre propio, a sus gustos, amigos, bandas o quién sabe qué. Por supuesto que entiendo y me responsabilizo del comentario y la aguja que pica en él, puesta ahí de forma totalmente consciente. Pues consideró claramente que la gran mayoría de los dedicados a hacer los llamados “tributos” cada fin de semana, no se corresponden con esa palabra y más bien terminan siendo toda una ofensa al legado o calidad de las obras artísticas de las grandes bandas históricas. Muy pero muy pocas reuniones de músicos en la escena bogotana ofrecen un show que pueda decir realmente se muestre como homenaje y haga justicia a ese propósito.
Personalmente no tengo nada contra la existencia de estos grupos en particular, por el contrario admiro y disfruto de muchas bandas de este tipo, haciendo entonces la necesaria aclaración, que la crítica viene justamente de valorar la calidad y lo que se puede lograr cuando son realizados con compromiso, calidad y gusto. Creo necesario hablar por ello de algunos ejemplos particulares pero excluiré el tema de los covers, que entra en otra categoría y a los cuales también valoro mucho, teniendo en cuenta que bandas como los Rolling Stones, Deep Purple o Thin lizzy primero grabaron por años sus propias versiones de la música que los influía y dejaron incluso mejores temas que los originales, caso suficientemente el de All Along The Watchtower de Bob Dylan tocado y elevado por Jimi Hendrix.
La primera vez que fui consciente de lo serio que se puede poner el tema de los “tributos” fue cuando envuelto en el amor adolescente y obsesivo por los Beatles descubrí casualmente la existencia de “Los Escarabajos” de España, considerada una de las mejores bandas homenaje del mundo. Este grupo surgido desde el ya lejano 1993, no solo se dedica a repetir infinitamente la obra de los ingleses más relevantes de la historia musical, pues sus integrantes se han puesto en la tarea de hacer investigación sobre las obras inacabadas de John Lennon, por ejemplo. Más aún, su compromiso es tal, que consideran su interés como un objeto de estudio y se han ido a la búsqueda los sonidos del cuarteto de liverpool con réplicas perfectas de sus instrumentos, técnicas de grabación , amplificadores y los detalles más meticulosos, aunque sin copiar su imagen.
http://www.losescarabajos.es/biografia/
Y es por ellos que también me enteré del famoso Beatlefest, más recientemente llamado The Fest for Beatles Fans, un tradicional encuentro que se realiza en la ciudad de New York desde 1974, en el que los beatlemaniacos más fervientes veneran durante tres días esta música al lado de grandes invitados entre los que se han contado nombres como los de Alan Parsons o Billy Preston, y por supuesto un sin número de actos tributo, teniendo un concurso especializado para ello.
Puedo recordar también la complejidad de los actos de Off The Wall de Inglaterra, de la que se dice es la mejor formación de Pink Floyd después de Pink Floyd, o su competencia directa y activa en este momento, The Australian Pink Floyd Show, expertos en montar toda la parafernalia tecnológica que usaban los más famosos rockeros progresivos, ofreciendo al espectador actual la experiencia de un concierto lleno de efectos especiales creado por una banda que se separó hace más de dos décadas .
https://www.aussiefloyd.com/
Pero sin ir más lejos, en Colombia se ha podido disfrutar de los tremendos performance de bandas argentinas especializadas como la dedicada a la obra de Soda Estereo o también el caso de One & Dr Queen, quienes han girado bastante entre Latinoamérica y Europa, ejecutando de forma destacable, tanto en música como en teatralidad, el show de Freddy Mercury y compañía.
Siendo estos ejemplos algunas muestras claras que para hablar de tributos no basta con tocar de cualquier forma las piezas sonoras de las grandes leyendas y que si se lo proponen existe un mercado complejo y cada vez más productivo al respecto, teniendo en cuenta una época donde la nostalgia y el morbo del próximo dios del rock en irse, llaman constante al surgimiento de estas manifestaciones. Auguro un número creciente de ellas en los próximos años.
Ahora lo que molesta es justamente la falta de calidad de lo que se hace en los pubs, bares y venues de Bogotá. Al igual que con sus propios proyectos musicales, los dedicados a ello lo hacen con un desparpajo insólito, no pocas veces he presenciado bandas que no se saben la letra, se les olvidan los riff, no llevan el tiempo, tocan con la camiseta de dormir, o la ropa con la que salen del trabajo, no saludan al público al iniciar, tocan a toda premura, comienzan una hora después de “afinar” a todo volumen y de molestar a los asistentes con golpes de batería y distorsión saturada.
¿Cómo no llamar insulto a eso?, creo que muchos se identificaran con lo que acabo de describir, y me parece que quienes se molestan por ello no lo hacen por negar las fallas, si no porque como también sabemos, muchos de los asistentes a las presentaciones tributo son también músicos, ya que aquí el rock se consume y se produce casi por las mismas personas. Personas acostumbradas también al golpecito de espalda y llamarse maestros mutuamente, manteniendo en el letargo de la auto adulación constante, una escena llena de talento pero de pocas ambiciones, conformista e incapaz de la autocrítica, donde se enarbola la bandera de reconocer cualquier esfuerzo, como si todo el mundo no hiciera justamente, su propio esfuerzo.
¿Y qué de malo tiene todo esto?, pues precisamente que mantenerse ahí bebiendo de la teta infinita de los grandes éxitos del pasado, de otras bandas, bandas foráneas, no podemos aprovechar el talento local, no se puede ampliar la difusión, distribución y consumo de creaciones artísticas capaces de competir con lo internacional, porque el público se enquista únicamente en lo que le ofrecen, desaprovechando ese hecho de que ahora muchos espacios ofrecen hasta gratis sus tarimas, grandes o pequeñas.
No caeré en chovinismo de decir que todo lo nacional vale la pena, solo por ser nacional, para nada. En un mar de productos sin metas claras abunda lo nefasto, lo pueril e insulso y hasta lo vergonzante, todavía existen bandas haciendo canciones adorando a Dracula, la condesa Bhatory y Aleister Crowley, como si no se hubieran hecho ya mil al respecto, o no existieran más monstruos, figuras históricas asesinas o excéntricas y ocultistas en la historia. De verdad existen muchos, pero muchos de estos personajes, solo falta buscar en Google, diría el más famoso tibio de nuestro país.
Pero lo que me parece más interesante es que aquellos que no se conforman con comprar la pañoleta roja, el gorrito militar en cuero y la falda escocesa (creo que la venta de estos elementos también puede ser una buena fuente de ingresos en los próximos meses) para montar su show, son músicos que se quejan del poco valor que se le da a la obra propia de rock en el país, y es todo un contrasentido ver cómo pueden esforzarse de manera diligente para realizar su insulto, perdón de nuevo, su tributo y no para planificar los lanzamientos de sus propias creaciones.
Me pregunto entonces ¿qué pasaría si dejamos de lado tanto diezmo musical?. Sí, diezmo, por que hasta la palabra tributo se me antoja medieval. Si las bandas y los músicos que realmente quieren sobresalir con su música y están dispuestos a comprometerse con su arte, recuperan la ambición y empeñan el 90 por ciento de esos esfuerzos que ponen para hacer el homenaje número mil a Metallica, Nirvana, Héroes del Silencio, Pearl Jam, Ac/Dc, Queen, etc, en su propio trabajo. Estoy seguro que comenzaremos a ver y valorar más propuestas nacionales sobresalientes monetizando, lo cual puede llegar de muchas otras fuentes, esto es algo en lo que sigue faltando incursionar, a pesar de los miles de cursos y charlas que se consiguen gratis online, para la profesionalización de grupos musicales.
Reafirmó, los covers, versiones y homenajes no son en sí algo negativo, tengo muy presente la carrera de la revelación actual del rock latinoamericano, sensación en norteamérica y hasta Europa, conocido como The Warning, el grupo de las hermanitas mexicanas Villarreal, único que firmó contrato con disquera gringa en plena pandemia. Iniciaron su viralidad tocando covers, pero no se quedaron ahí, pasaron del recurso de cantar frente a un fondo negro el repertorio de las 40 principales del rock, lastimosamente agotado modelo que copiaron muchos youtubers. Sus versiones siempre fueron con motivo de hacer plataforma para evidenciar las composiciones propias.
Y ahí queda la otra cuestión ¿es que falta creatividad e inspiración para tener material o sigue siendo demasiado difícil producir lo propio, teniendo en cuenta que algunas bandas nacionales con giras internacionales y todo, apenas han sacado un álbum o dos en veinte años? pero esa pregunta la discutimos en otra ocasión, por ahora disfruten el desfile de las pelucas de rizos negros, los sombreros de copa, las pañoletas rojas y los desafinados solos de Sweet Child O’ Mine, en el bar de su preferencia. Como me gusta parafrasear al titán Elkin Ramirez cuando dijo en entrevista para la versión colombiana de la revista Rolling Stone: “Juré que no me moriría en un bar tocando para un par de borrachos”…
Por Luis López Huertas
(Lectófago y Audiomante)
Una de las grandes inconsistencias en la búsqueda de la creación de industria rock en Colombia es precisamente el apoyo a las bandas tributo. Ciertamente no puedo estar de acuerdo en el respaldo tácito que das a éste tipo de bandas en tu artículo, donde pareciera que el problema que quieres plantear es de forma y no de fondo. Una banda tributo carece de alma, talento y resolución para ejecutar los sueños que algún día fueron el impulso para dedicarse a la música. Habilidad para copiar lo que otros han creado y luchado a pulso por difundir y establecer, no puede ser llamado ‘talento’. Ver a un grupo de personas tocando en vivo la música que es fruto del trabajo ajeno, arduo, de años, con inteligencia y mucha perseverancia es menos que patético, pues en particular ver el acto de las bandas tributo a Guns n’ Roses raya en el ridículo: vocalistas disfrazados de W. Axl Rose (con peluca incluída) y guitarristas con sombreros de copa hechos en icopor son imposibles de considerar como ~tributos. Pero ésto es sólo la ‘forma’ del problema de las bandas tributo (porque en eso se convirtieron: en un problema), ya que el nudo de ‘fondo’ de éstos mal llamados artistas es la enorme contribución al deterioro del crecimiento de una industria propositiva que aún no despega en Colombia por hacer perder espacios a la creación musical. Es verdad que muchas grandes y legendarias bandas empezaron tocando algún cover de sus artistas favoritos en virtud del ensamble (y porque a veces es divertido tocar una canción famosa). Lo que debemos considerar es que ni los Rolling Stones ni The Beatles han sido lo que son montando números que sean copia de otros actos famosos. Ni qué decir copia: replicando con nombre propio la creación de las bandas de sus inspiración. Apoyar una banda tributo no es apoyar el rock. Mucho menos apoyar al artista nacional. En realidad, son un insulto.
En Dark Room Network apreciamos mucho tu opinión, planteada con claridad, convicción y vehemencia y agradecemos justamente tu contibución, de la cual estamos de auerdo sobretodo en la parte de hacer lucro con la produción de bandas internacionales sin retruibuir asu autoria como corresponde. Sin emabargo, más alla de defender si es valido o no, lo que se plantea es que la realidad historica muestra ejemplos fuertes de tributos y carreras largas donde artistas, en este caso no creadores o compositores, si no interpretes, han explotado con calidad la obra de otros, en la música clasica no queda de otra, las bandas tributo nos parecen historicamente más validas cuando los artistas originales han desaparecido, pues estos actos perpetuan para las nuevas generaciones la posivilidad de acercarse a una obra en vivo que de otra forma no podria ser posible, y podemos hablar de un Steve Ray Vaughan, quien toco en su corta carrera, realizando algo muy importante llamado «contribución artistica», toda la obra de Jimi Hendrix.