Rashomon de Ibaraki,

vanguardia del metal en una introducción a la tradición japonesa

Llegamos a la mitad del año y se van destacando las producciones que dejaran huella dentro el panorama mundial del rock y el metal mundial este 2022, primer año pospandémico, lo que es una cosa bastante difícil teniendo en cuenta los miles de lanzamientos semanales en plataformas digitales. Sin embargo, puedo decir que Rashomon de Ibaraki ya se ha ganado sobradamente su lugar en el top al lado de lo nuevo de bandas como Zeal & Ardor, Voivod, Meshuggah, Septicflesh, Amorphis, Hamerfall, Slash, Tears For Fears o Jack White entre otros.

Lleno de ideas, influencias, estilos y mucha calidad en los aspectos técnicos como en la interpretación, Rashomon es un debut rompedor que aunque no es una propuesta dirigida a crear nuevos modelos o estilos, marca de entrada, un trabajo que define un sonido particular para ser el despliegue solista de un músico muy reconocido, como es el autor de esta obra. En general, este es un álbum inspirado, fuerte y simbolista que no teme dirigirse entre los caminos que transitan entre el black metal, el metal prog – avantgarde, pasando por elementos del rock pop y soportado además por colaboraciones de lujo, entre las que resalta el nombre de Ihsahn.

El camino del Ronin, el debut en solitario de Matt Heafy.

En la historia samurái, el ronin es la manera que se referían al guerrero vagabundo que era deshonrado por haber quedado sin amo, el destino de estos era,  esperar ser admitido en algún nuevo clan, prestarse como mercenario o simplemente dedicarse al pillaje; sin embargo, algunos como el mítico Miyamoto Musashi se dedicaron a impartir justicia propia, ser maestros del arte de la esgrima, pintar y hasta escribir libros de poemas. Matt Heafy, reconocido por ser la voz y guitarra frontman de la banda Trivium ha escogido dotar su primer trabajo del aura que rodea el misticismo de los grandes guerreros del Japón feudal asumiendo el papel de ronin para sí mismo, aunque el nombre de este proyecto, se refiere a la prefectura de Ibaraki, lugar que tuvo una prospera ocupación samurái en la era Tokugawua por su cercanía a la antigua ciudad de Edo, conocida hoy como Tokio, pero también Ibaraki – Doji, nombre de un demonio (oni) del Monte Oee, siendo parte de muchas leyendas fundamentales, como lo es el popular poema épico Heike Monogatari.

Heafy nacido en la ciudad de Iwakuni (geográficamente ubicada al lado opuesto de Ibaraki) y de madre nipona, aborda su herencia de forma realmente palpable en todo este álbum llamado Rashomon; desde los aspectos mitológicos, históricos, geográficos y culturales. Partiendo de la carátula que presenta en primer plano el casco y mascara de una armadura medieval en blanco y negro, sobrepuesta al título Ibaraki escrito con un vivo rojo sangre. 

El homenaje al Japón ancestral es el concepto central de álbum, comprometiéndose realmente con la propuesta y lejos de, por ejemplo, un álbum como el Senjutsu de Iron Maiden presentado el año pasado, donde las referencias eran menos concretas y más ornamentales. Sorprende que el metal anglo y europeo, obsesionado en parte por la brutalidad, la mística de la guerra y los soldados de diversas épocas, haya puesto tan poca atención a la figura del samurái. The Ninja de Cacophony o Samurái de Michael Schenker son apenas algunos de los temas que vienen rápido a mi mente como precedentes.

Rashomon; literatura, cine y música. 

Como vemos, este es un álbum icónico en todo aspecto, está cargado de fuertes referentes culturales que vale la pena desentrañar. Empezando por su propio título, Rashomon nos recuerda como primera inspiración la popular y gran obra cinematográfica de 1950 del director Akira Kurosawaua. Allí se narra la historia de un grupo de tres hombres que mientras se protegen de la lluvia en las famosas puertas del Rasho, como se conocían a las entradas de la ciudad de Kioto, la antigua capital del Japón imperial, debaten sobre el caso del asesinato de un samurái, planteándose aspectos éticos y morales que sobrepasan las características de los protagonistas y los involucrados, con uno de los finales más interesantes e influyentes del cine.

Kurosawa a su vez partió del un cuento corto de Ryūnosuke Akutagawa, escrito en 1915, que mantiene la misma carga de reflexión filosófica sobre la degradación de la ética y el humanismo, pero protagonizado por un ronin y una vieja ladrona de cadáveres, ambientado también en el Rashomon, lugar que recibió su nombre por una obra de teatro del siglo XV sobre en un demonio que vive en la puerta del castillo. Estas puertas se hicieron famosas por transformarse, con el tiempo, en sitios indeseables donde incluso se abandonaban cadáveres, expresando la decadencia planteada en las tres obras y que de cierta forma es el hilo conductor del álbum.

En orden respectivo, cartel publicitario de la película, el libro de cuentos y un grabado tradicional representando la puerta Rashomon 

 

Entre mitos y poemas. 

Rashomon abre con Hakanaki Hitsuzen, que aproximadamente traduce como, Inevitabilidad Fugaz, pieza de apenas 1:28 minutos que funciona como intro, dando sentido al título del tema y que se desarrolla como un coro mortuorio, pero tranquilo, de unas posibles almas o demonios que invitan a seguir al plano místico del resto del álbum donde encontraremos espíritus, dioses y demonios. En concreto, es una especie de música tradicional, japonesa y acústica. 

De la tranquila entrada anterior pasamos a un tema potente que arranca directo con riff vertiginosos acompañados de una base rítmica cabalgante, planteando una demostración de rabia visceral. Dedicado a Kagutsuchi la deidad del fuego en la mitología japonesa y que representa el nacimiento de la misma muerte tras terminar la creación del mundo. Al nacer y por su propia naturaleza, este dios quemo los genitales de su madre, por lo cual su padre, el terrible dios Izanagi le corto la cabeza. 

De ese evento y de la sangre surgieron muchos más dioses, pero también el dolor de la perdida y el sufrimiento entraron al mundo, la madre, Izanami, paso a ser la diosa de los muertos. La letra narrada en las estrofas con guturales y voces limpias en el coro, plantea así mismo dolor y rabia por la impotencia de un mundo en llamas y la inoperancia de un dios o un tirano dictador que parece disfrutar del dolor. Aunque quien canta ve la desesperación, también entiende que en un mundo así ya no se puede perder más y se da una especie de liberación. 

A continuación, el tema que da nombre al proyecto, Ibaraki-Doji, dedicado a un oni, demonio u ogro. La letra aquí continua con el planteamiento anterior, exponiendo la decadencia de los dioses o ídolos. Es un tema cambiante, igualmente rabioso, con unos ataques guitarreros, con un pasaje interludio tranquilo en un juego de tensiones sonoras. En una de las versiones de la leyenda, Ibaraki – Doji produce la muerte de su madre tras su nacimiento, que se da a los 18 meses de gestación, cuando ya tenía dientes y pudo caminar de inmediato al parto. Al crecer ayuda en la barbería de su padre, pero tras cortar a un cliente y lamer la sangre de sus dedos se acostumbra a beber el fluido vital hasta transformarse por completo en un Oni. Huyendo por su condición, se une al demonio Shuten-dōji, mismo que tras muchos males, es asesinado con todo su séquito por un guerrero legendario. De la masacre solo puede huir Ibaraki que se refugia durante un tiempo en, claro que sí, el Rashomon. Este corte inicia de forma rápida, pasando por interludios algo lentos, pero sin ser menos pesados, con un manejo de voces que muestran un gran dominio de su instrumento natural por parte de Heafy.

Llegamos al cuarto tema denominado Jigoku Dayu, de inicio tranquilo y voces limpias, va ganando conforme avanza en progresiones hasta que se desata ferozmente, con un breve, pero particular suspiro, en el minuto tres. Aquí la guitarra revolotea en solos y riff, como siempre con una furia muy acorde a la narración de la letra en la que se cuenta y cuestiona de forma literal la historia de una mujer conocida como la “cortesana del infierno”, la voz ademas logra el dramatismo necesario para la tematica a tratar. 

Grabados con la imagen de Jigoku Dayu «La Cortesana del Infierno»

Se cuenta que un viejo samurái fue vendido a un burdel donde tuvo que criar a su hija, la cual siendo cortesana renegó sobre su destino, atribuyendo sus desgracias a una vida anterior y tratando mal a la gente, adoptando para sí misma el nombre de Jogoku (infierno). Sin embargo, al morir el rey del inframundo, Emma – O, le puso frente al espejo que revelaba la verdad de los corazones, viendo su esencia de oscuridad. En castigo, el dios la viste con un kimono de almas cuyo peso le recordaría por siempre su comportamiento. En este pasaje encuentro alguna relación con uno de los capítulos de la serie Love, Death and Robots, el cual trata sobre el alma de una espíritu de zorro quien se transforma en mujer teniendo que trabajar en la prostitución. Ella es abusada al peder su magia, transformada depravadamente en una máquina de placer, pero posteriormente logra vengarse de la humanidad. Desgarrador y muy recomendado.     

Tamashii No Houkai, Colapso del Alma, marca el final del lado A, o simplemente la mitad del disco. Aquí las letras y la guitarra son un aporte de Ihsahn (Emperor), quien en su carrera personal ha transitado por los terrenos experimentales y progresivos que se desarrollan en este proyecto. El tema aborda el proceso de crecimiento espiritual a través de los aprendizajes del dolor, entendiendo la metáfora del pensamiento samurái en que la construcción del guerrero se da a partir de los golpes de la forja de la katana, así como de los sufrimientos propios de la vida surge la filosofía secreta del acero. El sonido es muy propio de la influencia de Ihsahn, denso desde el inicio, potente y demoledor, pero con tiempo para pequeños respiros, así como el juego con voz limpia por parte de Heafy, especial para quienes buscan lo más black, aunque no sea un tema blakero en sí mismo.

Akumu es también un tema escrito en colaboración, ahora a tres manos y con partes en polaco, entre Heafy, Ihsanh y Nergal (Adam Darski) quien a su vez ya trabajó con Matt Heafy para su propio side project de blues country infernal, denominado Me and That Man, contando hasta la fecha con dos álbumes de alta calidad y de mis favoritos en los últimos dos años. La traducción del tema es simplemente “Pesadilla”, una exploración muy explícita sobre el miedo.  El tema viene acompañado de un vídeo que recuerda un poco los pasajes más Giger de Tool en la parte audiovisual.

‘Transfiguración’ de Olivier de Sagazan, inspiración directa para el video de Akumo

Es un performance en medio de imágenes laberínticas y de urbes, muy onírico. Tal vez es lo más alejado a la cultura nipona en el disco, siendo un homenaje directo a la obra ‘Transfiguración’ de Olivier de Sagazan, inquietante artista nacido en el Congo y residente en Francia. Sin duda Ibaraki es una obra llena de referencias del arte en general. 

La séptima canción es Komorebi, una de las expresiones más propias y ejemplificantes del idioma japones, por tanto parte fundamental de su cultura. La primera vez que supe que decía en español fue a través del anime, pues representar esto es casi una obsesión del arte en el país del sol naciente. Específicamente esta palabra significa “Los rayos del sol que se filtran entre las hojas de los árboles”, justificado en una sociedad que ha trabajado la expresión en los jardines y el cuidado de los bosques. La poética de la frase, o palabra, es utilizada aquí de forma metafórica para iluminar el rostro de quien canta, mientras narra como entierra su pasado, sin piedad ni remordimiento, declarando que no fue el quién tiró todo por la borda, mientras que la tumba es para todo el mundo, un mundo olvidado lleno de muertos. Una expresión de belleza y furia, conexión entre el final de una vida y el reinicio, de alguna manera es uno de los temas más optimistas entre este grupo de canciones fatídicas.  

Fotograma de Arriety, película del Studio Ghibli representando un Komorebi

 

Llegamos a otra de las piezas claves de Rashomon con el tema, Ronin, un resumen de todo lo que significa este álbum y sus intenciones artísticas, la canción más larga, con más de nueve minutos, está llena de progresiones, de inicio con voz limpia y estrofas pegadizas, al igual que el coro de inevitable invitación a unirse en concierto. Es una propuesta de sonidos de rock moderno, casi indie, y el sonido brutal general del álbum, con progresiones de riff y un interludio acústico relajante, pero a la vez tensionate, con voz de lamento y acompañamiento de cuerdas que desencadena en otro ataque rabioso, rematando con una voz sreaming de mucha técnica y vísceras.  Aquí la colaboración, un tanto sorpresiva para algunos, es con Gerard Way, líder de la banda emo punk popular a inicios del siglo, My Chemical Romance. Way es reconocido desde hace unos años como un artista polifacético, principalmente por ser el autor de varios y exitosos comics, de los cuales destaca Umbrella Academy, que ya cuenta con su propia serie en acción real. En Ronin se desarrolla una letra que plasma muy bien la historia de un samurái vagabundo y su sed de venganza. 

Aproximándonos al final encontramos Susanoo No Mikoto, que continúa parte de la cosmogonía nipona narrada en el segundo corte. Este mito puede ser medianamente conocido de forma tangencial por la constante referencia a sus personajes en la cultura popular de los últimos 30 años, ya sea en series anime como Naruto, videojuegos como The King of Fighters o películas como Ghost in the Shell. Susanoo  es el dios de mar, de los huracanes y del trueno, nacido al tiempo con dos hermanos cuando su padre, el dios primordial Izanagi, estornuda después de un baño tras haber intentado recuperar a Izanami del inframundo, la que murió por causa del nacimiento de Kagutsuchi. Susanoo fue una deidad terrible al inicio, pues cometió algunos actos impuros e intento matar a su hermana Amaterasu, por lo cual perdió su entrada al cielo; sin embargo, tras crear la famosa espada Kusanagi, luchar con la serpiente Yamata-no-Orochi y ofrendarla a Amaterasu, recobra el favor de la corte divina de los ochocientos kamisamas. En términos sonoros es otra demostración de pesadez, arremetida frontal como un océano bajo tormentas, con un despliegue de blast beast y guitarras que pasan de la velocidad a los medios tiempos siempre con ira.

 

Susanoo luchando con el Yamata-no-Orochi

Kaizoku, Pirata, es el corte final, con una duración de apenas dos minutos y medio, retorna de alguna manera el inicio del álbum y sirve como outro. Una melodía acústica dirigida a algo que me parece ser un bandoneón, es narrada con voz limpia. Se trata de una letra descarnada sobre el amor pasional, una suerte de duelo, despedida de dolor intenso, un momento de amor y odio. Sonoramente tranquila, da la despedida a este trabajo, cerrando el ciclo de canciones dedicadas a la contradicción humana y el camino delgado entre la virtud y la decadencia, un cierre temático acorde, pese a ser una canción alejada de la agresividad imperante, muy propia de los álbumes conceptuales y progresivos, que para mí, en ese sentido, da el punto final de forma perfecta.  

Espero mucho más de Ibaraki para el futuro, pocas propuestas son tan ricas y llenas de esas amplias líneas inter textuales, cualidad que en gran parte ganó adeptos al metal en sus años de mayor auge. Creo no estar equivocado que por lo menos será un álbum a tener en cuenta entre los mejores de la década. La inspiración brota en él y ojalá inspire a otros, cruzando límites sonoros dentro de las mismas fronteras del rock y el metal, con verdadero acierto.

Banda: Ibaraki
Album: Rashomon
Año: 2022
Discográfica: Nuclear Blast
Miembros:
Matt Heafy: Letras, voces, guitarra
Colaboraciones:
Kagutsuchi. Bajo – Paulo Gregoletto
Tamashii No Houkai, Guitarra – Ihsahn
Akumu, Voces – Nergal
Komorebi, Guitarra – Corey Beaulieu
Ronin, Guitarra – Ihsahn. Voces Gerard Way. Coros – Angell Solberg Tveitan, Ariadne Solberg Tveitan,, Heidi Solberg Tveitan
Susanoo No Mikoto, efectos de sonido – Heidi Solberg Tveitan. Voces – Ihsahn

 

Por Luis López Huertas

(Lectófago y Audiomante)

 

 

 

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