Gojira y Syracusæ en Bogotá

Lamentaciones brutales por el fin del mundo 

 

 

Asistimos al concierto de la agrupación francesa de Death y Groove Metal, Gojira, el pasado domingo 4 de septiembre en el Movistar Arena de Bogotá, presenciando, con un aforo perceptible del 99 porciento en asistencia, que la capital no dejó pasar la oportunidad del evento y expresar efusivamente su admiración por una de las últimas  bandas de metal que han logrado reconocimiento mundial apostando a una sabia combinación de influencias y sonidos entre la tradición y la vanguardia. 

Una de las ventajas de la renovación, hace ya varios años, del antiguo Coliseo Cubierto el Campín, es la organización, por tanto, se cumplió a cabalidad la apertura de puertas, la  presentación de la banda telonera y los protagonistas, Gojira. Así mismo, los sistemas de silleteria numerada, verificación de boletas en taquillas y demás aspectos logísticos son uno de los elementos a destacar, donde no hay mayores reparos por su buen manejo. Esperamos que el próximo Knotfest a realizarse en el llamado complejo el Campín, que une varios espacios de los dos coliseos, logre esta misma calidad. 

Siendo así e iniciando justo a las ocho pm, arrancaba la presentación de la banda telonera de estilos Djent y Metalcore, Syracusæ, la que, a todas luces, fue más que un acierto. La palabra teloneros, en Colombia, ha sido usada de forma infortunada en nuestra cultura e idiosincrasia rockera para minimizar a quienes son encargados de ese acto. Infortunio injustificado ya sea por arrogancia o ignorancia. Los teloneros a nivel mundial tienen la difícil tarea de “calentar” al venerable público que llega habido de la banda cabeza de cartel y ponerse en ese papel solo es para conjuntos de carácter duro, que se paran con firmeza, a sabiendas  que tienen resistencia.  Los teloneros en general son puestos ahí para curtirse, para ser medidos y para lograr captar públicos haciendo gala de su valía, de su personal poder musical.

Y así fue con Syracusæ, apenas cinco canciones sirvieron para convencer al aforo de su merecido puesto como antesala de Gojira, mismos quienes los eligieron por convocatoria abierta. Si en otras ocasiones los teloneros fueron repudiados en los conciertos de bandas internacionales, fue porque muchas veces eran elegidos con criterios errados o incoherentes. Han sido evidentes las payolas, la poca relación de sus estilos con la temática del evento, la baja calidad o interés por bandas de experiencia pero vistas una y otra vez y hasta el cansancio en cuanto evento se realiza.  Aquí, reitero, que desde el mismo anuncio se podía intuir su éxito. He seguido con cierta atención el movimiento de la banda y conocía de antemano su destacable interpretación, muy técnica en cuerdas y percusiones, así como el alto valor de sus producciones audiovisuales.

En concreto, los cinco cortes de Syracusæ fueron explotados por la banda sin ningún  desperdicio y en cada segundo.  La voz de JD García es una demostración poderosa de control en las guturales de tipo scream y muy notables gritos en varias técnicas más. En general, un líder que ayuda a dar presencia en el escenario, una banda tendiente a la inmovilidad, propia de quienes están enfocados en dar una interpretación de ejecución limpia. Poco más puedo agregar diferente al notable desempeño de los demás miembros, Diego Rodríguez en guitarra, Mono Snow al bajo y Alejandro Pérez Schuster en la batería, cada uno puntual y preciso, todos como piezas de un reloj que atacaron la faena con el objetivo de que se apreciara ante todo su música y que ella hablara por ellos.

El set list escogido por Syracusæ para la noche fueron los temas; “Exoplanets, Océano, Deimos, Walls, Radix Nebulae y Natsukashi”. La primera, tercera, cuarta y quinta, correspondientes a su primer álbum “Radix Nebulæ” lanzado por allá en el 2016, mientras que la segunda y sexta pertenecen al Ep “Gea” del 2021. Todas son gratas demostraciones de metal virtuoso y contemporáneo que logra una combinación equilibrada entre los gustos de las nuevas generaciones seguidoras del metalcore o metal alternativo y recoge la pesadez, progresiones en los solos de las cuerdas, cambios repentinos, pero bien enlazados de las tradiciones groove, death metal y los breakdowns con desarrollos semiprogresivos que determinaron la generación Djent, emparentada, y muy, muy bien representada en esta ocasión, con el legado de unos Messhugah, que prácticamente inventaron este estilo. En definitiva necesitamos más música de Syracusæ, pocas bandas del país pueden tener esta impronta internacionalista que hace pensar en ellos como un conjunto extranjero. 

Aquí el punto negativo y llamado de atención es para los organizadores o empresarios responsables. Como señalaba antes, la tendencia nacional es despreciar nuestro talento y por ello solo recibieron unos 30 minutos de oportunidad, un juego de luces mediocre en el que todo el tiempo fueron cubiertos por unos tonos azul, verde y rojo, estáticos por demás, dejando en las tinieblas varias veces al vocalista, que también quedó repetidamente silenciado por falta de sonido en los dos primeros cortes. Sin embargo, estas situaciones no hicieron mella en cuanto a la presentación y Syracusæ puede levantar el puño con honra y dignidad por representar el metal nacional moderno esa noche, acorde a los tiempos, sin condescendencias al mercado, explorando sus propias ideas y desarrollando conceptos bien comunicados, y como me gusta destacar, las pocas veces que ocurre, que son trabajadores constantes, preocupados por producir y no solo anunciar. Cuernos arriba por Syracusæ. 

Lamentaciones desde el fin del mundo 

Corrían las nueve en punto cuando el conteo regresivo fue proyectado en pantalla acompañada de una música semi tribal con ocasionales sonidos de ballenas orcas y en efecto era la señal, inequívoca para el público, de que venía una esperadísima descarga de metal con Gojira. 

No es necesario hacer mucha introducción sobre la carrera de esta banda, más allá de destacar que han logrado posicionarse en los lugares más altos del metal mundial en la última década, sobre todo a partir de la notoriedad en crítica especializada y público de su quinto álbum, L’Enfant Sauvage, del 2012 o por no ir más lejos, misma atención que les ha merecido su más reciente placa denominada “Fortitude” del pasado 2021, obras muy exaltadas por comentarios de aprobación en cuanto a sonido y discurso.

Justamente el discurso de Gojira es aquello que determinó la noche y el conjunto de su presentación. La banda se ha hecho conocida por vincular el tema ambientalista en sus letras y puesta en escena, concepto que no solo se queda en el ornamento estético, realmente las atmósferas de sus canciones logran sobrecoger lo suficiente para sentirse en contacto con un lamento místico que parece emanado desde las más remotas profundidades, por la propia tierra mientras clama, mayoritariamente desesperanzada y  solo ocasionalmente optimista, que se está muriendo con un dolor crónico y agudo insoportable. 

El show de los franceses ofrece ante todo esa unión de elementos ambientales que sobrecogen por su grandilocuencia, desde el paso monstruoso de la batería de Mario Duplantier, una aplanadora capaz de reemplazar los solos de guitarra y centrar la atención de la escucha en ella, pasando por las imágenes preciosistas, plásticas, esquizofrénicas y muy sugerentes de las visuales en la pantalla led, hasta los efectos de sonido en las canciones cuyo desarrollo vibra en el cerebro haciendo sentir que asistes al fin del mundo, con tristeza, locura y una ira inconmensurable al mismo tiempo.

No se debe pensar que Gojira es una banda de escenografías exóticas o monumentales, como podría ser Maiden por ejemplo, por el contrario, recurren demasiado poco al artificio. La economía en el performance es extremista, ninguno de los miembros corre exageradamente por la tarima, prácticamente están clavados en sus sitios durante todo el show, y apenas algunas chipas, coincidencias entre golpes del sonido y las típicas llamas o chorros de aire frío, unas estroboscópicas de vez en cuando en el juego de luces mientras la pantalla simula rayos de una tormenta eléctrica, son los recursos utilizados ya de vieja escuela que no vienen a innovar nada, pero que son perfectos y efectistas en una banda que no necesita nada más, y ¿acaso ese no es uno de sus mayores logros en estos tiempos donde el consumo musical prefiere lo kitsch, lo ostentoso, lo banal y efímero?.  Yo diría que se agradece mucho el esmero por transmitir y conectar los ritmos cardiacos únicamente con su música inteligente, una que pide más de cada espectador, que hace pensar, pero que a la vez te oprime, te mastica como en la boca de una ballena, de un leviatán furioso y, sin embargo, no puedes evitar caminar hacia él, cabeceando enérgicamente. 

En medio de ese paisaje, en el que transcurren relatos sobre el naufragio de la humanidad en temas ya clásicos como “Flying Whales” de su tercer trabajo “From Mars to Sirius” (2005) o la idea de una evolución de la conciencia y la esperanza vitalista con un tema como “New Found” del último largo “Fortitude”, es posible entender las preocupaciones filosóficas de Gojira que reflejan la consonancia con su nombre. El emblemático monstruo japones Godzilla es producto de las alertas vividas en torno a los estragos de la Segunda Guerra Mundial y el desarrollo de la contaminación radiactiva, metáfora usada repetidamente en la cultura popular, recordemos a la editorial Marvel con el Increíble Hulk por ejemplo, pero que los franceses ponen al corriente de estos tiempos denunciando explícitamente la devastación de la industrialización y el cambio climático. 

Nos enfrentamos entonces a una actuación que podría resumirse, sin ánimo de reduccionismo, en un cuento de ciencia ficción donde la humanidad de alguna manera sobrevivirá escapando a las estrellas, no porque sea la solución adecuada, sino porque, vergonzantemente, tal vez sea lo único bueno para que el planeta y sus otras especies perduren. 

Estas complejidades son expuestas de forma brutal por el líder, guitarrista, vocalista y responsable de la mayoría de las letras, el señor Joe Duplantier. Especial atención me ha llamado su transfiguración durante la interpretación, pues pasa de una actitud amable y de elocuente presentador, a un frontman con la mirada rabiosa, perdida y amenazante que no quisieras encontrarte en una pelea, de muy mala leche realmente. Joe Es un vocalista correcto que soporta el rigor de las dos horas de show él solo, pues ninguno de los otros integrantes cuenta con micrófonos de apoyo, y aunque las voces de coros épicos en las canciones corresponden a pistas, es el público quien asume el papel protagonista en los acompañamientos vocales. De este aspecto es satisfactorio escuchar a la fanaticada colombiana saberse todas las canciones y cumplir el papel a cabalidad, entusiasmando a la misma banda que por ello, lo dio todo. 

En resumen el set list de Bogotá fue un repaso genérico a su discografía con especial atención al último disco, los temas fueron;  «Born for One Thing, Backbone, Stranded, Flying Whales,The Cell, Love / Remembrance, Hold On, Grind, Silvera, Another World, L’enfant sauvage, Toxic Garbage Island, The Chant, The Gift of Guilt, y el encoré de cierre con;  New Found y  Amazonia», plasmando con efectividad su propuesta artística con una actuación sin puntos bajos, sin duda uno de los mejores conciertos del año para Colombia que logra recibir una banda en un punto bastante alto de su carrera, aunque sin extralimitarse en los comentarios y exagerar con clichés como “la mejor banda del mundo” o “el mejor concierto de la vida”, concretamente Gojira en Bogotá fue un evento memorable que aporta a mantener vivas la llama y las ansias por el metal, aun cuando la naturaleza, la conciencia humana y la buena música siguen en extinción.

Evento: Gojira gira Fortitude 

Fecha: 4 de septiembre 2022

Acto de apertura: Syracusæ

Organización: Move Concerts 

Lugar: Movistar Arena Bogotá

Fotografías: Janneth Dueñas y Luis López H

Por Luis López Huertas

(Lectófago y Audiomante)

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3 Replies to “Gojira y Syracusæ en Bogotá, Lamentaciones brutales por el fin del mundo ”

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